Como bien se puede apreciar en el diálogo sobre Educomunicación, pareciera que aun cuando ya tiene muchos años generándose el movimiento desde distintos lugares del mundo y desde distintos puntos de vista, nos encontramos en un momento de mucha ambigüedad para su implantación. Por lo que, para terminar de darle forma al proceso- si se le quiere dar- merecería la pena definir algunos aspectos.
Por ejemplo, algunos debates sobre si la Educomunicación debe formar parte de la educación formal obligatoria dada su importante pertinencia, o si debe presentarse como una alternativa subversiva –en el mejor sentido de la palabra- que se inserte en cada sociedad adaptada a las condiciones de ella.
Por otra parte, a quién debe atribuírsele su implantación: a una institución global que regule y supervise sus acciones, al Gobierno de cada país, a la sociedad civil, a las ONGs o a las instituciones educativas de cada comunidad. Pareciera que a todos debería pertenecerles el deber de su promoción, pero al mismo tiempo eso podría desvirtuar el objetivo inicial, ya que probablemente cada ente añadiría/ quitaría componentes según su criterio.
Además, cuando se hace referencia por una parte a “recepción activa” o “recepción crítica” y que al mismo tiempo se solapa con producción de material o mensajes; siendo dos acciones que tienen relación, abarcan e implican objetivos y acciones muy distintas.
Por último la tendencia a los nuevos medios digitales que son percibidos sólo como medios de comunicación, cuando en realidad están constituyéndose como un estilo de vida y una nueva manera de estar o relacionarse con el entorno, y que no necesariamente su utilización tiene implícita una intención persuasiva. Y que al mismo tiempo, toca otro punto sensible a nivel mundial que es la brecha digital existente entre los países del “primer mundo” y los del “tercer mundo”, no merecería la pena cuestionarse si no se debería atender esta diferencia antes? ¿O es que acaso éste podría ser otro de los objetivos de la Educomunicación?
Por ejemplo, algunos debates sobre si la Educomunicación debe formar parte de la educación formal obligatoria dada su importante pertinencia, o si debe presentarse como una alternativa subversiva –en el mejor sentido de la palabra- que se inserte en cada sociedad adaptada a las condiciones de ella.
Por otra parte, a quién debe atribuírsele su implantación: a una institución global que regule y supervise sus acciones, al Gobierno de cada país, a la sociedad civil, a las ONGs o a las instituciones educativas de cada comunidad. Pareciera que a todos debería pertenecerles el deber de su promoción, pero al mismo tiempo eso podría desvirtuar el objetivo inicial, ya que probablemente cada ente añadiría/ quitaría componentes según su criterio.
Además, cuando se hace referencia por una parte a “recepción activa” o “recepción crítica” y que al mismo tiempo se solapa con producción de material o mensajes; siendo dos acciones que tienen relación, abarcan e implican objetivos y acciones muy distintas.
Por último la tendencia a los nuevos medios digitales que son percibidos sólo como medios de comunicación, cuando en realidad están constituyéndose como un estilo de vida y una nueva manera de estar o relacionarse con el entorno, y que no necesariamente su utilización tiene implícita una intención persuasiva. Y que al mismo tiempo, toca otro punto sensible a nivel mundial que es la brecha digital existente entre los países del “primer mundo” y los del “tercer mundo”, no merecería la pena cuestionarse si no se debería atender esta diferencia antes? ¿O es que acaso éste podría ser otro de los objetivos de la Educomunicación?